¿Qué es la Navidad?
"... todos reivindican la figura de Cristo, mas pocos son
los que viven en su interior su sublime mensaje"
Con el presente artículo quiero ahondar, todo lo posible, sobre el presente tema, no por ello es que quiero salirme de las creencias que muchos tienen sobre el nacimiento de Jesús, más bien quiere resaltar un hecho que marcó a la humanidad…
El nacimiento del niño Jesús coincide con el solsticio de invierno (nuestra Navidad).
Su imagen, en forma de niño recién nacido, era sacada del santuario para exponerla a la adoración de las muchedumbres, y es, por lo tanto, él “el místico Niño del arca”, él es el Sol del invierno, la nueva luz de una nueva etapa…
Desde este nacimiento, el Cielo y la tierra se hallan bajo su presencia inmediata.
Este niño llamado Jesús, no vino a este mundo sin que su madre no tuviera una especial preparación, el hijo de Myriam, que llamamos María, mujer del carpintero José, una galilea de noble cuna, afiliada a los esenios que estaban establecidos en el monte Carmelo.
Escribir sobre el monte Carmelo lleva a destacar la figura importantísima de San Joaquín, Patriarca de los esenios y padre de la virgen María, madre de Jesús. San Joaquín fue de linaje real y el más ilustre de toda Judea, porque era de la tribu de Judá y descendía por línea directa del rey David. Los esenios, de los que Filón de Alejandría ha revelado las costumbres y doctrina, eran sobre todo conocidos como terapeutas o sanadores mediante los poderes del espíritu. Asoya quiere decir médico. Los esenios eran médicos del Alma.
¿Qué hizo Jesús de los trece a los treinta años? Los evangelios no dicen de ello una palabra. ¿Existe ahí una intencionada laguna y un profundo misterio?
Porque todo Profeta o Mesías, por grande que sea, necesita pasar por una instrucción para afrontar su nueva misión, y la misión de Cristo es sumamente importante y reveladora.
“Para el alma que del cielo viene, el nacimiento es una muerte”, había dicho Empédocles, quinientos años antes de Cristo. Las Almas profundas y tiernas, necesitan silencio y PAZ para florecer, Jesús creció en la calma de Galilea. Sus primeras impresiones fueron dulces, austeras y serenas. Pero la madre de Jesús, levantando sus largas pestañas, sus grandes ojos de siria, soñadora como todas las madres, interrogando su pensamiento hacia lo que sería su hijo bien amado, le decía: “La palabra de Dios sólo vive en sus profetas. En su día, los sabios esenios, del solitario monte Carmelo y del Mar Muerto, te responderán a los muchos interrogantes que te haces como niño”.
Después de este pequeño esbozo, en el que el lector se habrá preguntado muchas cosas acerca de este tema, en el que hago referencia al linaje del niño Jesús y a sus parientes, que en realidad son la génesis del cristianismo y por ende de la Navidad. Quiero hacer una breve referencia a la figura de Cristo y que cada uno saque sus deducciones. Pero quiero advertir que todo esto está documentado históricamente y nada es invención del que escribe este artículo, varias son las fuentes donde me he informado.
La antropogénesis del Cristo en la lengua griega, y los mismos la denominaban: Chréstos, fue usada en el quinto siglo antes de J.C. por Esquilo, Herodoto y otros. El primer escritor cristiano, Justino mártir, en su primera Apología, denomina Chréstianos a sus correligionarios. Solo a la ignorancia es debido que los seres humanos se titulen cristianos en lugar de Chréstianos, dice Lactancio (Lbr. IV. Cáp. VII). Los términos Cristo y cristianos, que originalmente se escribían Chrést y Chréstianos, fueron copiados del vocabulario del Templo de los paganos.
El apóstol San Pablo sabía esto, y esto precisamente es lo que quería expresar cuando se le hace decir en una mala traducción: Estoy otra vez en dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros (Gált., IV, 19), cuya verdadera interpretación es: Hasta que forméis el Cristo dentro de vosotros mismos.
Hechas todas estas aclaraciones, quiero descender a lo práctico cotidiano de la festividad de la NAVIDAD. En cada comunidad cristiana se vive esta efeméride de distintos modos, cada iglesia ha tomado aquello que más le ha convenido. Pero algo importante y trascendente como la venida del Cristo se ha tornado en un folclore, craso error por parte de quienes se dicen cristianos...
Otra cuestión es que todos reivindican la figura de Cristo, mas pocos son los que viven en su interior su sublime mensaje, pues existe una dicotomía de contradicciones entre los individuos que solo usan a las Iglesias Cristianas como un clínex de usar y tirar. Nada tiene que ver el espíritu Crístico y lo que hacen del mismo, un folclore que está fuera de contexto en su vida cotidiana.
El mundo entero se prepara para recibir la venida del niño Jesús. ¿Pero cuánto tiempo estará entre nosotros? En realidad, todo son preparativos: los escaparates relucen repletos de las más variadas cosas, iluminados con el colorido más hermoso son un atractivo para los grandes y mayores que pasean por las calles, los juguetes de los niños y delicia de los más grandes. El Abeto de Navidad adornado con su guirnalda; los turrones y mazapanes; la sidra, champagne y otros licores; las carnes y el pescado, todo esto es para la Navidad, la vida familiar que suele reunirse alrededor del fuego de la chimenea...
Pero dentro de toda la gran fantasía se esconde un gran nacimiento, el de Cristo.
En cada día del año, en cada instante de nuestras vidas, naces y vuelves a nacer. ¡Nace en tí el espíritu de la Navidad!
¡Señor, tú naces hasta para los que hacen la guerra!, los mísiles enmudecen; el rugir del estampido de la guerra cesa, para luego de nuevo declarar otra guerra; el odio, la miseria y el hambre vuelven a la humanidad. Cuánta hipocresía se enmascara en nombre de esta efeméride, ¡qué tristeza y cuánto dolor!
Los coros de los niños cantan con alegría los villancicos en Navidad; la televisión retransmite los distintos actos navideños que se realizan en el planeta; todos hablan de PAZ. ¿Pero dónde está la PAZ? ¿Dónde está la coherencia de una fiesta tan importante?
Mucho se ha escrito sobre este tema, mas pocos hemos aprendido del mismo.
A tí, querido lector, te corresponde darle colorido y alegría a esta festividad…
Cantemos hoy, pues nacéis Vos,
los ángeles, gran Señora,
y ensayense desde ahora,
para cuando nazca el niño.
Nace al alba, Soberano,
dándonos vuestra prodiga mano,
y con alegría el humano
festejemos este evento,
con gozo y contento.