La influencia de la Humanidad desde el pensamiento

Está clara y es indudable la influencia de los seres humanos en la aceleración del cambio climático que se encuentra entre nosotros. No es la intención de este escrito suscitar ningún tipo de intranquilidad ni miedo en las personas, pero sí, proponer reflexiones sobre lo que está sucediendo con el clima a nivel planetario y que nos afecta a todos.
Empecemos considerando que todo es energía:
“Todo es energía. Y esto es lo que hay. Iguala tu frecuencia a la frecuencia de la realidad que quieres crear y no podrás evitar conseguir esa realidad. No puede ser de otra forma. Esto no es filosofía, esto es ciencia.” (Albert Einstein).
Nuestro pensamiento mueve la energía, entonces, la pregunta podría ser ¿cómo influye nuestro pensamiento en el cambio climático? Y honestamente podríamos realizar un análisis a nivel personal sobre nuestra forma de pensar, nuestra forma de vivir y nuestra forma de actuar. Pues si todo son energías, los pensamientos carentes de ética, egoístas, soberbios y negativos, podemos deducir que crean unos vórtices de energías que influyen negativamente en la naturaleza y por ende en el clima, dado que la naturaleza es un ente regido por unas leyes que debemos conocer y respetar. Si por el contrario, nuestros pensamientos son éticos, nuestra forma de vivir y de actuar es amorosa, altruista y generosa, también deseando el bien a los demás, crearemos formas o vórtices de energía positivas acordes con la Madre Naturaleza, por lo tanto, generando equilibrio en el clima y en el planeta.

Entonces, podríamos llegar a la conclusión de que todos los reinos del planeta están unidos naturalmente, solo vive la separación o el divorcio de la vida nuestra mente. Todo nos influye y a todo influimos. Las influencias que proceden de la mente no son las mismas que las del corazón. El reino humano tiene la potestad de decidir muchas cosas; por ello la responsabilidad es mucho mayor, al ser más consciente.
“La energía almacenada en nuestro corazón es real e interactúa con el flujo de pensamientos y sentimientos.” (Katia Brunetti).
Es obvio que el ser humano se encuentra en una encrucijada, puesto que nuestra sociedad consumista no ceja de bombardearnos cruelmente en los medios, las redes, etc. con estímulos para crear una civilización hedonista, para que solamente vivamos de estímulos externos olvidando el sosiego del corazón: cultivar el cuerpo, la belleza exterior, la sofisticación, la moda, la música estridente, y un largo etc. todo ello para alejarnos de lo sencillo y verdaderamente necesario, siendo así pensados; se utiliza la tecnología para, sinuosamente, esclavizar y domesticar a los seres humanos como si de ganado se tratara, solo falta que nos introduzcan un chip.
El apego y egoísmo se propicia mucho en la sociedad, y a quienes la dirigen les interesa que haya una corriente de seres que inconscientemente sigan esa vertiente irreal y materialista.

En cambio, existe otra corriente de personas más aplomadas y alertadas sobre la realidad de lo que estamos viviendo, que no se dejan influenciar tanto por los estímulos externos, y tratan de dirigir su mirada hacia otros valores de convivencia más reales, sencillos, humildes y éticos que surgen de nuestro corazón.
Estas personas se basan en compartir el ser, el propio tiempo, todo con buena voluntad, sin importar nacionalidad, raza, idioma, o color de la piel, pues conocen el apego y la influencia materialista y egoísta con los que la sociedad mantiene hipnotizados a una gran mayoría de seres humanos. En nosotros está el realizar los cambios adecuados a nivel personal, y que nuestra influencia contribuya al equilibrio y respeto de los ciclos naturales que desde siempre se han ido sucediendo de manera armónica por necesidad evolutiva de nuestro planeta y de la humanidad.