El anciano lacerado

Este libro consta de tres partes enlazadas: narrativa ética, filosófica y poética, pero al mismo tiempo diferenciadas. En la primera parte el autor D. José Tarrazó Durá, relata la vida de Juan cuyo oficio era afinador de órganos, que al mismo tiempo los fabricaba y reparaba.
En esta historia, el autor narra cómo este afable e incansable creativo, le contratan para reparar el gran órgano de la Catedral de Viena y aprovechando su estancia allí, escribió unas cartas a sus amigos, que por alguna razón estaban vinculados a él. Al mismo tiempo se dedicó a visitar la Biblioteca de Viena, donde descubrió varios pergaminos antiguos muy interesantes y que describe en el libro.
Dentro del desarrollo de su oficio, se desplazó a Italia donde había sido contratado para otro encargo de instalar un nuevo órgano en la Iglesia de la Resurrección de Roma. Allí conoció a un interesante amigo periodista, que por medido de él, conoció a otras varias personas a los que les unió una gran amistad por sus afinidades, su filosofía de vida y su bondad de corazón. Juan, el anciano lacerado nos cuenta parte de su vida plena de experiencias y de correctas relaciones humanas, una vida ética y sencilla, que allá por donde transitaba dejaba retazos de buena convivencia y armonía, pues contagiaba a todas las personas con las que se relacionaba de corazón a corazón.
La segunda parte de este libro es un ensayo filosófico, donde el autor destila desde su corazón perlas de conocimiento interno, habla de creación de nuevas formas de vida, ante esta sociedad anacrónica y caduca, donde los seres humanos, inconscientemente, somos conducidos por unos medios de comunicación consumistas, manejados por el materialismo y por el mundo de la ilusión, y de las sensaciones emocionales más burdas y destructivas hacia la mayoría de las personas que habitamos este planeta.
“La ética promueve la búsqueda de cuanto es beneficioso no solo en apariencia, si no intrínsecamente válido, y a la vez práctico. Consecuentemente, tanto en la filosofía como en la ética se deberían expresar las situaciones de la vida cotidiana con claridad y, al mismo tiempo, remarcando los principios que conllevan ele mensaje transformador de una sociedad pensante y no pensada, donde la personalidad del individuo surja de lo más profundo del “ser y estar”
En este párrafo de su libro (pág. 146), José Tarrazó sintetiza la filosofía de vida que debería alcanzar la humanidad como un Todo, sin diferencia de lengua, razas, nacionalidades o cualquier otro tipo de aparente diferenciación, pues la Humanidad como tal es Una Entidad en este planeta y en todo el Universo.
El poemario que comporta la tercera parte del libro, está impregnado de esencias creativas e intuitivas del autor, que como “el cuerno de la abundancia” ofrece al lector, haciéndole partícipe de la magia del corazón, expresada en versos con humildad y sencillez como así es él. Del poema Cada día amanece: “Cada día amanece del Sol con sonrisa, alegre, resplandeciente y sonora que todo ser añora ¡Vamos pues a Vivir! Hoy he nacido.” Del poema Raudales de Belleza: “Mi sombra danza entre las olas, mar eterno y caudaloso, inmóvil en tu orilla, espejo de mis amores, yo siempre te traigo flores”.
Con una rima libre, sencilla y sensible, aborda toda clase de temas y cada poema es una canción al buen hacer, a la ética, al amor y un canto también a la alegría de vivir en consonancia con toda la Madre Naturaleza, de la que provenimos todos.
Como observarán Vds. en la lectura de este libro, las tres partes van coligadas unas de otras, pues siguen una línea argumental sobre nuevas formas de convivencia entre los seres humanos, que existe otra forma de vida más solidaria y altruista, con más plenitud, erradicando la pobreza, pues sobra riqueza para todos, exentas de guerras y conflictos entre seres humanos, donde todos podemos vivir en paz. Y de alguna forma, está dando una visión futurista, de cómo vivirán en un futuro lejano las nuevas humanidades.