¿Disfrutamos con nuestro trabajo?

“Elige un trabajo que te guste y no tendrás que

   trabajar ni un día de tu vida”. (Confucio)

 

Hay muchas situaciones en las que los individuos consideran que el trabajo es un castigo. Estos seres carecen de vocación para trabajar, y casi siempre hacen su trabajo a desgana; no tienen el sentido de que trabajar es dignificar al ser humano sobretodo, en cualquier trabajo debiera existir la alegría y la dignidad, pues trabajar es servir y crear.

Otra cosa diferente es la explotación desmesurada o la esclavitud mafiosa, donde se exprime a los individuos, que en el fondo son números en las cadenas de producción desaforada, solamente se quieren pingües beneficios, dejando a las personas como una mercancía más en el contexto de una sociedad sin escrúpulos…

Una cuestión que no se tiene en cuenta es "la rentabilidad ética para las empresas"; estudios realizados por diferentes economistas y por la Catedrática Adela Cortina, especialista en filosofía y ética, convergen en sus estudios editados en que la sociedad, en general, tenemos que inventar otras formas actualizadas en la producción y el consumo…

“Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”. (Confucio)

 

 

 

 

 

Cuando se trabaja sin vocación el trabajo se torna pesado, los individuos rinden poco y mal, y encontramos bastantes personas que, una vez hechas sus oposiciones, van a lo menos, atienden mal a sus ciudadanos; estos ponen palos en las ruedas haciendo perder el tiempo a quienes les pagan; esto existe en todas las profesiones; por el contrario, hallamos personas honorables y simpáticas que facilitan las cosas.

“Todos los seres humanos, como organismos inteligentes, se ven obligados, en virtud de su estructura psicobiológica, a elegir entre unos contenidos u otros, pero no pueden sustituirse más allá de todos ellos, por lo cual decimos que tienen una estructura moral o “protomoral”. (Rentabilidad de la ética para la empresa. Adela Cortina)

¿Por qué la cultura de los trabajadores y de los patronos no está basada en la rentabilidad ética de un porvenir más equilibrado y justo para toda la sociedad?
Si sólo se piensa en la parte económica y no en el bienestar de una sociedad diferente, las crisis se irán sucediendo unas detrás de otras y el desastre está servido.

Para triunfar es necesario, más que nada, tener sentido común. No gastar por encima de las posibilidades, no dejarnos engañar por aquéllos que nos dan pasteles envenenados, pero que su coste nos lleva a ahogarnos, con lo que nosotros hemos adquirido sin pararnos a pensar tres veces.

Necesitamos una cultura de confianza real, y no de propagandas ni discursos triviales que son espejismos. Como diría D. Quijote “encantamientos y ensoñaciones perturbadoras”. Y creo que debiéramos aprender de todas estas propagandas y baratijas de tres al cuarto, que son una pesadilla en los momentos que nos está tocando vivir.

“El trabajo tiene, entre otras ventajas, las de acortar los días y prolongar la vida” (Diderot)

Prevenir a largo plazo es un deber de los pensadores, los economistas, de los gobiernos y de la sociedad en general, pero el ego de los individuos desborda las posibilidades reales.

¿Por qué yo no tengo que ser como mi vecino? Si él tiene tantas cosas. ¿Por qué yo no las puedo poseer? ¡Acaso yo no soy un ser humano, como lo es él!

¿El trabajo nos libra de tres grandes males: tedio, vicio y pobreza? Los individuos suelen esquivarse del trabajo, pero por obligación están atrapados por la necesidad a tener determinadas actividades: unos se sienten útiles siendo creadores, los otros se aburren de gran manera en su vida…

¿Dónde acaba la ley y empieza la tiranía? El tirano es la negación del hombre; es el coeficiente de los esclavos.
¿Cuándo valoraremos la importancia creadora de la belleza de los individuos, que con su arte aportan grandeza, serenidad y valor?


¿Cuándo conjugaremos la rentabilidad ética, como nuevos valores de ver y valorar las nuevas formas en las cosas de la vida?

Una mala administración lleva consigo al desastre, a la decadencia y a la pobreza de los más débiles, a la ruina de los pueblos y las naciones; sin una ética práctica, los fracasos se sucederán unos detrás de otros.

Subir