La información y la verdad
En este pequeño artículo vamos a tratar de reflexionar sobre lo que ha sido, y es, actualmente, el mundo de la información y sus influencias, desde una perspectiva impersonal.
Queda muy lejana ya la frase de George Orwell que dice: «El invento de la imprenta facilitó mucho el manejo de la información». Conocemos de sobra la extensísima oferta de información que hay en el mercado, esto ya antes de lnternet, y con la Red en funcionamiento, lo que denominados información ha crecido exponencialmente hasta límites casi inmedibles.
¿Forma parte esto que llamamos ‘información’ de una maraña que pretende decirnos cada día lo que debemos pensar, lo que debemos sentir, incluso lo que debemos hacer?
Muy probable que así es. Una probabilidad que se torna altamente peligrosa y corrosiva para la propia cordura y el derecho de libertad de cualquier ser humano.
Albert Einstein escribió algo importante que nos recuerda la esencia del ser humano como tal: «El aprendizaje es experiencia, todo lo demás es información». Esta cita la sugerimos para resaltar que experimentar sigue siendo la pauta aconsejable para evolucionar, esto es, aprender para practicar, pues así no hay elementos que condicionan o delimitan, sino que vivimos según experimentamos, no según conocemos.
Cuando leemos, escuchamos o vemos cualquier medio de comunicación, y sentimos que estamos saturados de tanta información, pero también apreciamos que cada vez más cuesta saber la verdad, porque según quien la dice tiene distinto color... Y un buen día, nos preguntamos: ¿Realmente necesito tanta información?, ¿cambia a mejor mi propia vida la información? Continuando con el ejemplo, nos permitimos durante un día entero no ver nada de información, y resulta que por la noche sentimos la mente más serena, más lúcida, incluso parece que el silencio de información autoimpuesto ese día sugiere percibir algo de la propia conciencia. Y, curiosamente esto nos lleva a recordar cuando un día nos propusimos un ayuno total, y nuestro cuerpo expresó un tipo de alivio hasta ahora desconocido... Y esto lo sentimos cuando es nuestra voluntad quien nos dirige.
Parece que la propia sociedad está asentada y automatizada para que también quienes la formamos y vivimos seamos una copia fiel de esos automatismos. ¿Quien niega en su sano juicio que tanto la información como algunas películas y series no son un destroza neuronas, dejando escritas las que quedan con toxicidades que no advertimos porque han conseguido que creamos lo que nos dicen? «Divide y vencerás».
Y, si, por cualquier razón, decidimos confiar en los medios de comunicación, atrevámonos con la paradoja que nos sugiere esta frase de Peter Drucker: «Lo más importante en la comunicación es escuchar lo que no se dice».
¿Dónde sentimos que habita la verdad? ¿Puede que al escuchar lo que no se dice descubramos que el corazón también habla? ¿Por qué necesitar algo o alguien de fuera para comprender la vida, cuando quizás esto resta fuerza al criterio del corazón?
Nietzsche escribió: «El que nos encontremos tan a gusto en plena Naturaleza proviene de que esta no tiene opinión sobre nosotros». Con lo cual, invitamos a la lectora, al lector, a que reflexiones sobre el valor del silencio, de la serenidad del discernimiento, como si fuera una responsabilidad social el abrir los ojos del corazón y descubrir que la verdad sirve para vivir y se aprende de la experiencia.